lunes, 22 de febrero de 2016

Con el pasar de los años, me he convencido cada vez mas de las cosas sencillas son las importantes, no de lo poco y pálido, no. Me refiero a lo que envuelve los asuntos más complejos.

Con las manos frágiles y con pintas, he destapado, cerrado, girado y abierto tanto, me refiero a millones de veces que se que eso ha sido lo mas importante. Pudiera jurarles incluso que sin eso quizás no hubiera vivido; andado y visto tanto de lo que creemos importante que, no me queda duda.

Les decía al comienzo que no me refiero por sencillo, lo pálido y poca cosa, y abrir y cerrar una puerta, introducir y girar la llave es sin duda poca cosa. Me refiero ,a que aquella puerta tiene su historia, que esa casa fue mía y le dedique minutos y hasta horas a escoger cada objeto que la preñaba, sin parto. Estoy convencido, amigo, amiga. Son las pequeñas cosas, incluso, las lentas.

Son tan sencillas que ponerle color forma no es posible, no le caben. Porque son la mínima expresión, como querer embellecer una de esas piedras blancas que se encuentra uno en el mar, en el río, en el camino mas seco o a pleno invierno. son así y ¡nada mas!.

Lo complejo, lo cargado, es difícil de reproducir. Por otra parte, a lo que me refiero no lo es, de ninguna manera. Son asuntos que se repiten una y otra vez y de vuelta, que ya se comienzan  a pasar por alto. Y es precisamente eso lo que me tiene aquí. Me he dado cuenta que a pesar de cambiar tanto, de perder y ganar tanto siempre tengo lo mismo.

No es un lamento, para nada lo es. Es mas bien para mi una sorpresa, cosa que ya hacia tiempo no me pasaba. Imagine haber pensado que solo le queda caminar hasta la orilla. Para quien ve el camino largo es una angustia y lo se. Pero para aquel que se da por servido no es mas que mirar el amanecer  y el ocaso. y entonces fue cuando pasó.

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